Una de las principales dudas de la gente es
saber si existe el matrimonio perfecto. Sabemos que no es fácil llevar uno, por
más que la pareja se quiera y grite a los cuatro vientos que son felices. Y
ustedes dirán, pero Fermina, tú qué sabes, si tienes cuarenta años y sigues
soltera.
Todo tiene su explicación. Mi madre como sabrán,
la principal insistente en que encuentre a alguien para casarme me ponía
siempre de ejemplo a Elvira, mi hermana mayor. Según mi madre Elvira tenía el
matrimonio perfecto: un buen esposo, además de simpático, tenía dinero, y un
buen puesto de trabajo.
- Búscate un gringo – decía en sus primeros
consejos para luego finalizar -. ¡Aunque sea un mexicano ranchero hija, pero
cásate!
Luego de leer mi blog mi madre cambió un poco, y
por estos días andaba de viaje en un crucero con su galán, muy al estilo de
Fermina Daza y Florentino Ariza de la novela: “El amor en los tiempos del
Cólera”. El viaje lo pagamos nosotros, sus hijos, con tal de verla feliz. Está
demás decirles que para que dejara de llamarme tuve que responder a todas sus
preguntas de cómo hacer que le funcionara aquellito a su Don Juan.
Pero lo principal y lo mejor de su viaje es que
no presenciaría algo tan angustiante que le hubiera dejado con el corazón roto
al saber que el matrimonio perfecto de su hija mayor se había desboronado como
un castillo de arena.
Un domingo por la mañana apareció mi hermana en
mi departamento con sus cuatro hijos y sus maletas.
- ¿Qué carajos pasó con ustedes? ¿Los Mayas
cumplieron sus profecías en el D.F.?
- Mi mamá descubrió que mi papá le es
infiel con una chica veinte años menor que ella – se adelantó Mariana, mi
sobrina mayor abriéndose paso.
-
¿Y tú no estabas casada también?
-
No funcionó la relación y regresé con mis
papás para ser testigo de todo sus pleitos.
- ¿Tía podemos entrar a dormir? – habló mi
sobrino de doce años.
- Pasen – les dije tratando de ayudarles
con las maletas. Mi hermana no decía nada, era una zombie viviente. No vestía
como las viejas fresas de sus amigas. Tenía los ojos hinchados e ingresó sin
decir una palabra, tampoco quise presionarla. Instalé a todos en los dos
cuartos libres.
Tenía en mi departamento a dos mujeres con un
matrimonio roto. ¿Qué hacer en estas circunstancias? “El yo te dije”, no
cuenta, es el peor error que solemos hacer. Tu amigo, o familiar ya tuvo lo
suficiente como para seguir señalándole con el dedo acusador. Quiero mucho a mi
hermana como a mi sobrina.
Luego de ver que todos dormían después de un
largo viaje fui a la cocina por un café y llamé a David, lo iba a necesitar en
casa. Sola no podría levantar el
ánimo a dos mujeres.
- ¿Y qué diablos pintaré yo allí? Tu
hermana siempre fue muy especial. Se creía el pito del Papa. Muy modosita la
cabrona.
- Tú vente nomás carajo, les diré que te
había invitado a desayunar. Además mi sobrina te estima mucho.
- ¡No mames! ¿No se casó hace poco? Pinches
chamacos(as) ahora lo ven el matrimonio como si fuera moda. Cuando pasa la temporada
cambian de parecer. Allí estaré, pero ando con una cruda del demonio.
- No importa mijo, aquí te preparé un café bien cargado, sabes
que siempre te atiendo como a un rey.
-
Corrección plebeya como a una reina
dirás. Me baño y salgo para allá.
Gracias a Dios la noche anterior me había
acostado temprano.
- ¡No pienso regresar con ese hijo de puta! – Elvira
soltó las palabras al aparecer en la cocina -. Cree que soy una estúpida.
- ¿Cuándo te enteraste?
- Empecé a sospechar hace unos meses. Contraté un detective,
pero nunca me trajo resultados. Ahora creo que Alberto lo sobornó para que me
mintiera.
- ¿Quién es ella?
- Su secretaria, una chamaca de veinticinco años.
- No necesito saber más. Casi de la edad de Mariana.
- Lo mismo le dije cuando encontré a los dos en un
hotel. Y no me mires con esa cara… Claro que los seguí, tenía que verlos. Ella
se lo estaba chupando cuando abrí la puerta.
- Cosa que tú nunca lo hiciste – sonreí.
- Soy la madre de sus hijos; su esposa, no una puta.
- Ahora esa puta está por quitarte todo. No sólo tu
marido y tu casa, sino todo tu mundo de burbujas donde siempre viviste. ¿Lo has
pensado?
- Pensé que me ayudarías.
- Lo estoy haciendo. Llegaste aquí sin a avisar.
Estás emputada porque tu marido te es infiel. ¿Qué hombre no lo es? ¿Y que
mujer no se levanta después de una infidelidad? Todas hemos pasado por eso,
claro excepto tú. Pero aquí no se trata de buscar culpables. ¿Qué piensas hacer
en adelante?
- Me quedaré a vivir aquí en Dallas.
- ¿Has pensado en tus hijos?
- Están de vacaciones y puedo hacer el traslado sin
problemas.
- Suena bien – le dije retomando la preparación de
la comida para mis sobrinos.
- ¿Piensas que no soy capaz? – se adelantó.
- Elvira, terminaste tu carrera de ingeniera para
contentar a nuestros padres, porque sabías que con el dinero que tenía Alberto no
trabajarías en toda tu vida. Nunca lo has hecho, ni siquiera eres capaz de
atender a tus hijos, sino fuera porque te ayuda tu nana, que por lo que veo se
quedó en la casa en el D.F. Tus uñas, tus dedos no conocen los cayos, tus
zapatos no conocen el dolor por estar parada las ocho horas laborales.
- Ya lo
sé, pero hoy he vuelto a nacer. Seré otra persona y para empezar te ayudaré en
la cocina.
Cuando terminamos de preparar la comida ingresó David
usando la copia de la llave de mi departamento.
- Hola – Alzó la voz.
- Puedes bajar un poco la voz.
- ¡Madre mía, tú aquí! – David y mi hermana siempre
discutían -. No deberías estar en los masajes matutinos - soltó las palabras -.
Algo me dice que paso algo en el ‘Defectuoso’, pero dejémoslo allí. Fermina me
invitó ayer a desayunar.
- Ni yo tengo llaves.
- Las tuvieras si visitaras a Fermina al menos dos
veces al año mamita, y no sólo cuando necesitas favores
- Párenle please, no se arañen. Y si tienen hambre
pueden sentarse para luego atender a mis sobrinos.
Los siguientes días fueron muy diferentes para mí
que estaba acostumbrada a vivir sola. Mis sobrinos dejaban la sala desordenada y
mi hermana aún no podía prepararles el desayuno. Mi sobrina mayor se encargaba
de hacer todo.
- Por favor no me cuelgues – se adelantó a decir Alberto,
el esposo de Elvira -, no
encuentro a tu hermana por ningún lado eso me dice que está allá contigo. Por
favor dile que regrese a la casa.
En ese instante quería gritarle de todo, suspiré. No
era mi problema. Le dije que trataría de hablar con ella.
- Seguro que ya te contó.
- Hasta la pregunta ofende. El dinero te dará
estatus pero sigues siendo un hijo de puta – pensé que me respondería por tan
bajo golpe a su orgullo.
- Creo que fue un error llamarte. Estoy seguro que
ella regresará. Siempre lo hace. Además no es la primera vez que le soy infiel
- soltó el comentario final. Cuando quise responderle había colgado.
Luego de una invitación a cenar, mi amigo y manager
de la tienda Target aceptó darle una oportunidad a mi hermana. Una trabajadora
había pedido permiso para dar a luz a su primer hijo y estaría ausente por seis
meses.
- Si tu hermana es buena la puedo reubicar en otra
área – me dijo guiándome el ojo. Y obvio, le dije que mi hermana era muy
trabajadora, felizmente no me mordí la lengua al mentir tanto. Con otra salida
a cenar estaríamos a mano con el favor. Pero la verdad disfrutaba salir con
Daniel, era simpático. Tenía tema de conversación. Estaba soltero, claro, era tres
años menor que yo, pero no era tanta la diferencia, así que aprovecharía el
tiempo para conocerlo más.
Llegué al departamento con la buena noticia. Mi
hermana se emocionó mucho y olvidó por un momento que sus uñas estaban un desastre
al igual que su cabello. Sentía que había engordado veinte libras en las dos
semanas que pasaron.
De mi sobrina no me preocupaba David me dijo que fue
mejor cortar la relación, se casaron más por ser populares que por amor.
- Además tu sobrina a escondidas a estado viendo a
otro chavo. Preocúpate en tu
hermana – me aconsejó.
Los inconvenientes empezaron cuando mis sobrinos
creían que estaban en su casa y dejaban tiradas sus ropas por todos lados. La
cocina era un hervidero de platos, vasos y tasas. Dos veces le pedí ayuda a mi
hermana, pero me dijo que ese no era su trabajo.
Tragué saliva y ordené todo los primeros días, luego
mi sobrina se encargó de tener todo bajo control hasta que mi hermana entró
trabajar.
Por la mañana junto a Mariana la fuimos a dejar al
local.
- Esto no me lo perdería por nada. Mi mamá yendo a
trabajar es para subir la noticia a Facebook – ironizó.
- No te burles que es tu madre.
- Por eso mismo – me dijo tomándole una foto
ingresando al establecimiento.
Luego de dejar a mi sobrina en el departamento me dirigí
al banco. Fue un día como pocos. Con muchos clientes en abrir nuevas cuentas,
pero sobre todo, tuve que apoyar a una compañera de trabajo. Así que llegué
muerta al departamento. Pero al entrar sentí el cambio, no había bulla, mis
sobrinos no corrieron a darme la bienvenida. La única que estaba en la sala era Mariana.
- ¿Y tu madre?
- Decidió regresar a México. La muy idiota prefiere
seguir siendo cachuda y llevar una vida de ensueño antes que trabajar.