domingo, 25 de marzo de 2012

EL BRASIER OSCURO


Una de las cosas que aprendí en esta vida es a sembrar amigos, claro que a veces las cosechas no resultan tan fructíferas como uno quisiera, algunos –la mayoría– resultan ser lo que esperabas y los otros simplemente los descartas como cuando seleccionas las frutas: las buenas de las malas.
No me puedo jactar de tener un millón de amigos como dice la canción de Roberto Carlos, nada de ello, pero sí de tener a aquellos que te hacen sentir bien, los que siempre están ahí.
Es así como conocí a muchas parejas felices, a las cuales siempre respeté y nunca se me pasó por la cabeza robarle el marido a esa amiga, pero no todas pensamos lo mismo, por eso las mujeres casadas tienen un radar para detectar a las zorras arrabaleras.
Adela es una de las pocas amigas que frecuentaba y podía pasar una tarde completa en su casa sin que asaltara el temor de querer cogerme a Román, el cuerazo que tenía por marido.
-  Mija, le puedes preguntar a Adela cómo le hizo para conseguirse semejante tipazo. No sale sino es con ella. Cuando he intentado platicar con él, responde lo necesario y siempre me dice que ya tiene que irse a su casa. Hasta en una oportunidad llevé una blusa trasparente para que notara mis pezones y nada – me confesó Mariana, una amiga que tenia el calzón flojo y siempre estaba a la caza de hombres guapos y en ello no diferenciaba entre casados o solteros. Solo quería llevárselos a la cama luego gritar a los cuatro vientos que era un nombre menos en su lista, como si fueran   trofeos. Pero con Román no pudo.
- Quien sabe Adela hace todo en casa para que Román no tenga que salir a buscar a la calle – sonreí -. Pero please Mariana no la riegues, ellos son una pareja feliz. Dirige tu olfato de zorra hacia otros horizontes.
- Yo veo algo raro en esa relación.
- No hables cosas que no son – le dije para luego dejar a Mariana sola en la barra del bar cuando aparecía un joven de porte atlético y ella supo que esa noche le seria larga.
Una tarde cuando regresaba de cenar con David de unos de sus restaurantes favoritos encontré a Adela esperándome en la puerta de mi departamento. Ambos se conocían muy bien y se saludaron naturalmente, pero la sonrisa de Adela era forzada.
- Puedo hablar contigo Mina.
- Claro, como no.
- Lo siento David, pero es tema de mujeres.
- Claro. Entiendo, un gay no es ni de un bando ni del otro – sonrió -. Además ya me iba, en media hora me espera un moreno con quien estoy saliendo. Nada que envidiar a tu marido – el comentario originó unas carcajadas en conjunto.
Ingresamos al departamento luego de ver a David subir a su auto.
- Román me engaña – me dijo sin darme tiempo de preguntarle si quería beber algo.
- ¿Qué rayos dices?
- Es verdad – no pudo contener más sus lágrimas y empezó a llorar. Me apresuré a abrazarla sin saber qué decir. Lloró desconsoladamente intentando disipar el dolor que sentía por tal traición.
- Pero ¿cómo es que lo sabes? – pregunté cuando se calmó.
- Encontré un brasier negro en su saco. No es mi talla y hasta el aroma es diferente al mío.
- ¿Cuándo lo descubriste?
- Hoy por la mañana cuando decidió ir a trabajo con el saco azul y no con el marrón. Ayer como todos los jueves llegó tres horas después a casa, pero eso no es de hace poco sino desde hace años. Según él por el trabajo, pero nunca sospeché algo así.
- ¿Y se lo dijiste?
- No, no supe qué decirle. Me duele tanto que puedo cometer una barbaridad. Además hoy llegó normal como siempre amoroso atento con nuestros dos hijos. Y yo no podía seguir en la casa actuando como si fuéramos la familia perfecta. Le dije que vendría a verte ya que no soy de tener muchas amigas.
- Eso me lleva a deducir que quieres mi ayuda. Y claro que la tienes, sólo dime qué quieres hacer.
- Me acordé que hace un tiempo me presentaste a Mario, un muchacho que era investigador privado.
- Oh por Dios, hasta yo me había olvidado de él, pero ya te imaginarás por qué la relación no fue a buen puerto. Cada vez que venía a verme se percataba de cada detalle al estilo Sherlock Holmes: “Cambiaste de ambientador o vino algún amigo a visitarte. Se ve que tuviste fiesta hace unos días. Lo sé porque vi una botella de vino vacía en la basura y otra a la mitad en la nevera”. Al idiota lo mandé por un tubo.
- Pero lo necesitamos. Quiero contratarlo para que siga a Román.
En menos de una hora tenía a Mario en el departamento, vestido completamente de negro para disminuir el sobre peso del que era víctima.
- Pensé que no volvería a verte – me dijo quitándose los lentes lentamente como si se tratara de una escena de cine.
- Eso mismo pensé yo, pero a veces la amistad por una amiga hace que una mujer cometa la estupidez de llamar a alguien que al menos es bueno en su trabajo.
- Gracias por el cumplido.
- Por favor no saquen sus trapitos en estos momentos. La del problema soy yo, y necesito de sus servicios – terció mi amiga.
Tomó otra hora para que Adela respondiera las preguntas que le hizo Mario sobre la vida de Román: su trabajo, amistades, su horario y sobre todo quería ver el brasier, que Adela muy avergonzada sacó de su bolso.
- Brasier francés marca Simone Perele, se encuentra en el mercado a más de doscientos dólares la pieza. Es de gustos exquisitos la dueña de esta prenda – el comentario aumento la tensión en Adela, y yo le clavé la mirada a Mario que sumió sus hombros como diciendo: ‘es mi trabajo estar al tanto de todo’ -. El aroma también es de mujer, sino me equivoco la marca es Aqua di parma– finalizó después de llevar el brasier a su nariz y olerlo como un perro sabueso -. Este brasier es talla 36 D, usted es dos tallas menor por lo que puedo ver, y el largo de los tirantes me dice que la persona es de siete a ocho pies.
- Casi la talla de mi esposo.
- Ya vamos armando el perfil de la golfa. Y viendo la anchura, ella es delgada.
- Por favor olvídate de los detalles. Ya tienes toda la información, ya diste tu precio. Ahora por favor déjanos solas. Adela no está tan bien.
- Mina, mina es mi trabajo saber cosas de lo contrario me dedicaría a otros trabajos. A propósito se ve que en estos días no tienes visitas. La sala tiene tu aroma.
- ¡Vete al diablo! Mientras sigas indagando en la vida de las mujeres seguirás solo y engordando como un cerdo.
- Nos volveremos a ver Mina – Mario no prestó atención a mi comentario y volvió a ponerse los lentes oscuros con una sonrisa y salió del departamento.
El acuerdo había sido que no volveríamos a saber nada de él hasta que tuviera resultados positivos. Adela no quería estar en el teléfono pendiente de los avances de la investigación. Prefirió que todo se lo dijera al final.
Luego de dos semanas cuando salía de trabajar del banco reconocí el número de Mario en mi celular.
- Ya sé de quién es el brasier. Le puedes decir a tu amiga que nos veamos a las seis de la tarde en tu departamento.
- Claro. Oye, y discúlpame si me porté grosera contigo aquel día – le dije no sé por qué.
- No hay de que disculparse, si me aceptas una copa después de esto estaré feliz, y prometo dejar mi trabajo en casa para ser una persona común y corriente.
- No suelo negar una oportunidad si es que la otra persona dice cambiar. Te esperaremos en mi departamento.
Adela llegó una hora antes, las dos semanas que pasaron fueron un infierno para ella. Román seguía actuando normal con ella y sus hijos y hasta casi estuvo a punto de llamar a Mario para cancelar la investigación, pero luego volvía a su mente el brasier y todo se le volvía un infierno. Había bajado de peso, la tensión y la falta de apetito fueron los culpables.
Mario apareció puntual, dejó el traje oscuro y los lentes en casa, venia vestido como para una fiesta de gala. Nos saludó amablemente, no respiró el ambiente de la sala, tampoco vi que sus ojos escaneaban todo lo que tenía al frente como si tuviera mente fotográfica.
- Fue difícil finalizar la investigación, y son pocos casos los que me han llamado tanto la atención por ser demasiado curiosos debido a la astucia del hombre investigado. Como usted me dijo, su esposo siempre llegaba tarde los martes y jueves, pero no era precisamente por el trabajo, al contrario esos dos días salía temprano y completaba sus cuarenta horas los sábados hasta el medio día. Los martes y jueves salía a las dos en punto y luego se dirigía al mall de la Preston, pero lo curioso es que cuando llegaba al área de comida lo perdía de vista lo que me llevó disfrazarme para pegarme bien a él. Usaba diferentes rutas pero siempre llegaba al mismo lugar: a los baños públicos, pero entraba y no volvía a salir. Hasta llegué a pensar que me había descubierto, pero sabía que algo extraño sucedía en aquel baño así que me tomé el tiempo de investigar el área y descubrí una puerta secreta que llevaba al baño de las mujeres. Algo muy curioso, pero luego comprendí el detalle.
- ¿Entonces qué nos quieres decir con todo esto? – pregunté.
- Que el brasier le pertenece a él, entraba como hombre y salía como mujer por el baño de las mujeres. Su esposo es un travesti.

4 comentarios:

  1. "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida."

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  2. OMG!! que se hace ante una situacion de estas? Que dificil para Adela y sus hijos.. imagino que bastante dificil para Roman vivir una doble vida..

    Ya me entro la duda sobre alguien que conosco!! Mina... sigue con tus historias no te detengas.. quiero saberlo todo!!

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  3. Yo conozco un caso, y la verdad, la mujer no lo pasó nada bien.

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  4. Como dicen por ahí no se porq me lo sospeche desde un principio, normalmente cuando te engañan hasta son sin vergüenzas y no tienen tacto ni buenos modales, tan fino el, y vaya lamentablemente conozco algunos casos, q hacen una familia para despistar ...
    Como siempre excelente historia me atrapaste ...

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