Dicen que los poetas muestran lo que sienten, que son
sensibles con lo que hablan o escriben. Que su pluma es fina y equilibrada, que
cuando se trata de amores son buenos y que te endulzan con sus palabras.
Pero en mi caso quien se encargó de decirme tantas cosas al
oído no fue un poeta, no tenía pasta de serlo, como tampoco era escritor o pertenecía a algún movimiento
cultural, simplemente era una persona normal, y al que sin querer le hice tanto
daño.
No suelo contar una historia por partes, pero Alfonso
merecía y merece unos cuantos capítulos más en este blog.
A veces sin querer haces daño a esa persona cuyo único error
fue amarte, pero mi error, el cual nunca pude olvidar fue ser el mejor amigo de
la persona –Fabricio– con quien estuve a punto de casarme.
Bastó acostarme una sola noche con él –por venganza– para
alejar a mi ex de mi vida, pero las secuelas de esa noche nunca las
olvidaría.
Llegué a su departamento sin que me esperara, menos imaginó
que llegaría dispuesta a comérmelo vivo en las siguientes horas.
- Solo hazme tuya. No digas te amo, no te arrepientas de
nada, sólo disfrútame, como yo lo haré – le dije mientras me desabotonaba la
blusa y dejaba al descubierto mi brasier rojo el mismo que me quitó para
contemplar mis pechos desnudos y los nervios habían puestos mis pezones en
guardia.
Fue una noche que nunca olvidaremos. Alfonso cumplió al pie
de las letra lo que le pedí, y sólo me susurraba al oído frases de poemas
leídos a alguna poeta de facebook:
si
hay una llama que pueda quemar mi piel y arder mi alma,
ese fuego perpetuo,
en el que con gusto me arrojo y me quemo, eres tú.
Mataría por arder de nuevo....en ti.
ese fuego perpetuo,
en el que con gusto me arrojo y me quemo, eres tú.
Mataría por arder de nuevo....en ti.
Algún día mis letras
y mis manos,
puestas una encima de otra,
habitarán tu piel
y viajarán por tu esencia
como un corcel engalanado de versos...
y mis manos,
puestas una encima de otra,
habitarán tu piel
y viajarán por tu esencia
como un corcel engalanado de versos...
Y
esta noche cuando llegues,
te lo diré muy bajito, a susurros,
que no se entere tu nuca, ni esta luna de febrero,
de los secretos que las comisuras de mis labios,
tienen con tus pupilas.....
te lo diré muy bajito, a susurros,
que no se entere tu nuca, ni esta luna de febrero,
de los secretos que las comisuras de mis labios,
tienen con tus pupilas.....
Esa noche no hubo lugar donde nos entregáramos el uno al
otro. Mi piel fue tan suya como su cuerpo fue tan mío. Tantas veces lo había
visto con ropa, y esa noche pude sentir sus pectorales, la fuerza de sus brazos
alrededor de mi cuerpo, sus piernas enrolladas a las mías y su lengua
endiablada recorriendo todo mi cuerpo que me sentí amada y deseada.
Y nuestro encuentro fue como la cenicienta, al amanecer el
encanto terminaría. Antes que despertara yo ya estaba de regreso en mi
departamento para despachar de una vez a Fabricio y así acabar toda posibilidad
de regreso cuando le dije que había pasado la noche con su ex mejor amigo,
porque no creo que después de saber eso lo considere su amigo.
No hubo otro encuentro aunque no lo niego Alfonso si acertó a
cabalidad esa frase: “Un clavo saca otro clavo”. Fabricio desapareció de mi
vida para siempre, pero quien no se fue de mi vida fue Alfonso y no porque
estuvo insistente. Todo lo contrario cumplió su promesa de no llamarme, pero
era imposible que dejáramos de vernos, vivíamos cerca y nos topábamos en las
tiendas, en algún cumpleaños o bar.
Nos saludamos como amigos.
- ¿Mija y que pasó con ese cuerazo acaso no
salías con él? – me preguntó una de mis amigas.
- Ya sabes, no es buena idea salir con el
mejor amigo de tu ex – sonreí.
- Pues yo que tú me lo cogía. Total
Fabricio se portó como un perro contigo y quizás le hubieras devuelto la
cachetada que dio al cancelar la boda.
- Fue por eso que me alejé, me lo cogí, y
fue tan bueno en la cama que no quise repetirlo por temor a regarla otra vez –
le respondí ocasionando que se le cayera el trago que llevaba en la mano.
Pero a veces el destino es como la mujer, por
más que intentas entenderlo o crees conocerlo es cuando resulta jodiendo otra
vez.
- No nos hagamos los idiotas. Sé que te
gusto como tú a mí – escuché su voz cuando salía del bar para subir a mi coche
-. Ha pasado cuatro meses desde que Fabricio se marchó. No tenemos que actuar
como si no hubiera pasado nada entre nosotros. Estaría dispuesto a aceptar
todas tus condiciones si es que me dejas sentir otra vez tus labios.
-
Fuiste mi venganza. No confundas las
cosas – respondí sin voltear a ver su rostro.
- No las confundo, sólo digo que no
perdamos una oportunidad que creo nos la merecemos.
- ¿A pesar de lo que diga la gente?
- Estoy dispuesto a correr todo por ti.
Ninguno de los dos imaginó que un día nuestras vidas se unirían, y no puedo
dejar pasar el tiempo sin decir lo que siento por ti, y si me equivoqué y tú no
sientes nada por mí dímelo y desapareceré de tu vida.
-
Me gustas – le dije volteando a verlo.
Alfonso intentó acercarse -. Pero no te conviene estar conmigo, quien sabe te
lastimo sin querer. Las heridas de tu ex amigo no cicatrizarán tan rápido.
- Me basta con estar a tu lado y dejar que
las cosas sucedan.
Pero ustedes saben como somos a veces las
mujeres –de mamonas– cada vez que veía a Alfonso era como ver a Fabricio y a
pesar que disfrutaba a mares estar con el primero, la rabia que sentía por
haber quedado en ridículo por la boda cancelada terminó por alejarme de
Alfonso, hasta que una mañana encontré una carta en la puerta de mi
departamento.
“No sabes cuánto te
amo Mina, pero a la vez siento ese rencor tuyo por los hombres. No eres la
mujer a quien disfruté una noche, no eres la mujer a quien veía sonreír en las
pláticas diarias. Te volviste callada y mal humorada, y antes que todo esto
reviente te dejo. Me salió un nuevo trabajo en California. Espero encuentres a
esa persona que te haga olvidar todo lo que sufriste y quizás luego podamos
hablar”.
Cuando leí su carta se me vino todo encima. Lo quería a mi
lado y no lejos, quería escuchar al oído sus poemas copiados, pero sobre todo
quería que no me dejara sola. Y fue cuando entendí lo egoísta que estaba siendo,
lo quería aquí para joderle la vida y quizás tenía razón, era mejor que se
fuera y así mis heridas cicatrizarían solas.
P.D. Luego descubrí que los poemas que Alfonso me susurraba
al oído eran de Lucía Domínguez, una poeta española. La agregué en mi cuenta de Facebook. Ahora somos muy buenas
amigas.
Perder por venganza, por rencor, se me hace familiar. Una manera dura pero certera de crecer y aprender. la fortuna radica en que nada, absolutamente nada es para siempre, ni lo bueno, ni lo malo, ni el amor, ni la soledad, incluyendo la distancia y el encuentro.
ResponderEliminarmuy bueno
ResponderEliminarAhhhhhh q buena historia no me la esperaba así, con todo respeto pero la vdd q Mina es tan tonta, ashhh mejor guardo silencio, cierto es q a veces somos tan tontos los seres humanos, y dejamos ir lo q realmente vale la pena en nuestra vida, y las oportunidades son como los amaneceres nunca se repiten, pero es parte del vivir, cometer errores, lamentablemente veo q Mina sigue sin aprender, me hubiera gustado ser su amiga y haberle podido aconsejar aunq creo q no me hubiera escuchado, nadie experimenta en cabeza ajena verdad???
ResponderEliminarGracias por tan humana historia ....