domingo, 1 de abril de 2012

EL AMOR EN TIEMPOS DE MI MADRE


 A veces la vida es tan irónica como curiosa, porque suele presentarte escenas tan románticas como graciosas o a veces no sabes como reaccionar. Y esta historia la estoy escribiendo casi en el presente, y no contando historias pasadas como sucedió con los anteriores capítulos.
Un sábado por la mañana, único día en que dormir hasta tarde, sonó el teléfono de casa. Al escuchar la cuarta timbrada sabía de donde provenía la llamada y quien era la culpable de llamar a las siete de la mañana. La única que podía ser era: mi madre.
Como no contesté a la primera, insistió una segunda y tercera vez y hubiera continuado. Así que a medio sueno tome el teléfono.
- Aún piensas que eres una chamaca saliendo a parrandear toda la noche.
- Es sábado mamá, quien en su sano juicio es capaz de levantarse a la siete de la mañana. Es uno de los pocos días que se puede descansar hasta tarde – le digo arreglándome el cabello que lo tenia todo desalineado para luego acostarme en la cama. La noche anterior había salido con David a un bar restaurante y la habíamos pasado de lo lindo y por eso llegué a la casa a eso de las tres de la mañana.
-  ¿Ya conseguiste pareja?
-  ¿Otra vez volvemos con lo mismo?
- Ya pasaste de los cuarenta y todavía sigues soltera. Por Dios, acaso no piensas darme ningún nieto.
-  Mamá, por favor no me subas la voz que siento que mi cabeza va a explotar.
- Claro, sigues soltera pero bien que te la pasas con ese tal David y esos más de cuarenta hombres – si aún tenía sueño ese comentario me lo espantó.
- Vamos hija, tu sobrina me contó que escribías en un blog semanalmente y ahora no me pierdo ni un capítulo tuyo. No sabía que te gustaba escribir y más que nada escribir pura cosas calientes que compárame, que el chamaco que te llevaste a la cama, que la vieja esa que se enamoro de un chavo y que resulto casándose con su hija, y me emocionaste cuando estuviste a punto de casarte, pero creo que deberías buscar a ese Alfonso, me cae bien y hasta yo le pregunté a tu hermana si lo conocía, me hubiera gustado hablar con él para convencerlo que te reconquistara.
No sabía qué decir, mi madre sabía todo sobre mi vida. Pero esperen, en ningún momento me reclamó algo, al contrario sus comentarios fueron casi halagadores. En conclusión, llamaba por algo. Mi hermana seguía viviendo como reina a expensas de las tarjetas de su marido. Nadie la bajaría de esa burbuja donde vivía ella. Y en parte me convenía, si mi hermana era feliz, siempre tendría a mi mamá a su lado. Quizás suene algo feo, pero ya había tenido a mi madre viviendo conmigo, pero nunca se acostumbro al ritmo de vida de aquí, le paso lo mismo cuando fue a visitar a mis otros hermanos que viven aquí también.
- Ahora que lo pienso, no has empezado a quejarte tanto, tomaste mi soltería para fastidiarme. Si todo anda bien con mis hermanos. A que se debe tu llamada con voz pausada, serena y no golpeada como sueles hacerlo cada vez que me llamas.
- Tú siempre a la defensiva, soy tu madre no tienes porque pensar mal de mí – su voz se suavizó más. Y una mala idea se cruzó por mi cabeza. ¿Le pasaba algo?
-  ¿Mamá estás enferma?
- ¡Por Dios! Es que no puedo llamarte y tratarte bien sin que pienses mal de mí. Y si estoy bien…  bueno no tan bien – la noticia atravesó mi pecho de lado a lado -. Pero no se trata de ninguna enfermedad física sino una enfermedad del corazón.
-  Mamá ¿qué tiene tu corazón?
- Nada hija, sigue haciendo su trabajo, bombeando la sangre que circula por mis venas, pero a la vez también se encuentra ilusionado – soltó una pequeña carcajada -. Creo que estoy enamorada.
¡What!!!!
- ¿Qué te sorprende? Así como lo escuchas estoy ilusionada, enamorada. Esas maripositas volvieron a revolotear mi estomago.
-  Pero mamá tienes más de setenta años.
- ¿Y qué hay de malo? Tuve un esposo a quien amé tanto y se fue de mi lado, tengo cinco hijos, todos mayores, casados y con hijos, claro excepto una hija soltera. Sigo viva, el amor y la ilusión nunca murieron en un cuerpo de setenta y seis primaveras… ¿Por qué te quedaste callada? Dime algo.
-  Qué quieres que te diga, me acabas de quitar la cruda que tenía. ¿Estás bien mamá? No te has fumado algún cigarro que encontraste en la calle o tomaste algún brebaje como el San Pedro.
-  No me jodas con esas cosas. Sabes bien que yo no suelo bromear.
Mi mente desesperada trataba de encontrar el sentido a sus palabras. Mi hermana meses atrás me contó que mi madre le había pedido matricularla en algunos cursos para personas de la tercera edad, incluso visitaba a algunas amistades en la asilo de ancianos que estaba a unas cuantas cuadras de la casa.
-  ¿Y se puede saber quién es el afortunado adonis? – pregunté.
-  Se llama Rubén y fue mi compañero en la primaria – su voz era tan armoniosa. Mi madre de verdad estaba enamorada, se escuchaba como a una chica de quince años contándole sus secretitos a su mejor amiga -. Hasta se me pone la piel de gallina al recordar cómo nos volvimos a ver. Recuerdas que solía ir a visitar a mis amigos de la asilo. Bueno, cuando salía él ingresaba por voluntad propia. Sus hijos se aburrían de él. Me reconoció y yo a él. Nos pasamos dos días conversando y hace una semana me pidió ser su novia.
- ¡Demonios!Bien mi Julieta.
-  No me digas así, mejor dime Fermina.
-  Pero yo que sepa yo soy Fermina.
-  Claro, yo fui quien te lo puso. Pero alguna vez te preguntaste de donde nació la idea de ponerte ese nombre.
- ¿Es un simple nombre no? En un inicio no me gustó mucho, prefería Noemí, mi segundo nombre, pero cuando empecé a escuchar solo el Mina. Me gustó.
- Tienes un blog y todavía no has leído muchas novelas. Cuando conocí a tu padre, me conquistó con poemas y las historias que me contaba después de leer un buen libro, y creo de allí viene tu reciente afición a la escritura. Lo heredaste de tu padre. Pero él una vez me contó la historia de la novela “El amor en tiempos del cólera”.
- Vi la película.
- Y todavía así no entendiste el por qué te llamaste igual que la novia de Florentino Ariza.
-  ¿Fue por Fermina Daza?
-  Claro, el error fue mío ya que nunca quise decírtelo cuando me di cuenta que no te gustaba mucho. Preferí guardármelo.
-  Mamá me estás haciendo sentir mal.
- Florentino Ariza se enamoró de Fermina desde pequeño y estuvo con ella sobrepasado los ochenta años. Edad parecida a mi galán. Ambos siempre nos gustamos, pero el destino siempre se encargó de separarnos. Y volver a vernos a estas alturas solo significa que la vida nos quiere ver juntos hasta el día que el Señor nos lleve a sus brazos.
- Y si recuerdo bien, ambos terminan yéndose en un barco.
- Es por eso que te llamaba.
He aquí el motivo del por qué mi madre me despertó tan temprano.
-  Soy toda oídos.
-  Luego de leer los capítulos quiero tu consejo.
-  Dime – le dije con un nudo en la garganta.
-  Me quedé a dormir con Rubén, pero al muy condenado no se le levanta aquellito. Y quería saber si es mejor estirar el cuello al ganso, lo tomo como si fuera una paleta y le doy una chupadita o vamos por unas pastillas viagra?

5 comentarios:

  1. Jajaja, me encantó el final!! Quiero saber mas de tu madre Minaaa!

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  2. jajajaja.. por lo menos me da esperanzas de algun dia reencontrar el amor!

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  3. UYYY UYYYY UYYYY.... jajajajajjaa... qué bueno!!! el amor es lo que tiene, ni edad, ni escrúpulos, ni ná de ná!!!

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  4. jajajaja muy buena k tal madre pidiendole consejos a la hija rebuena jajajaja.

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  5. jajajajajajaja mi vidaaaa!!!!! que padre que tu mama tenga esa confiansa con ella es de lo mejor..!!!!!

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