martes, 14 de febrero de 2012

MI FAMILIA

A veces el cumplir años es más un fastidio que una alegría. Mi cuenta en el facebook está llena de felicitaciones de amigos, conocidos y agregados que si no fuera porque aquella red social te recuerda que fulanito y zutanito cumplen años nadie te saludaría. Yo soy una de esas personas.
En esta época donde todos llevamos una vida acelerada y tenemos la mente ocupada no hay tiempo para hacer una lista de los cumpleaños de tus amigos, lo mismo pasa con los contactos de tu teléfono. ¿Cuántos números nos grabamos en la mente? Si sé el mío es porque desde que compré un celular nunca cambié el número de lo contrario sería un  caso perdido.
Me tomo el tiempo de agradecer a todos aquellos que me felicitaron.
Voy por un café después de ducharme, estoy como nueva otra vez. No tengo ganas de cambiarme así que me pongo una camisa –de algún hombre que pasó por mi vida– que me llega hasta los muslos.
Los últimos cumpleaños siempre cayeron entre semana y éste por fin cayó en sábado, una ventaja para disfrutarlo sin la bulla del trabajo rutinario, pero a la vez una desventaja porque es un día propicio para que tu familia te marque con toda confianza para saludarte. Y la primera en llamar es mi madre, que por estos días se encontraba en México para ser exacto en el D. F.
Mariana, mi madre anda con Elvira, su hija mayor y ejemplo para todos, ‘como siempre nos hizo ver mi madre’. “Que debes ser como Elvira”, “que ella esto, que ella lo otro”. No soy rencorosa, toda persona tiene derecho a ser feliz, mi hermana tuvo suerte de casarse con un ejecutivo –gerente general de uno de los bancos más importantes de la capital– y  es madre de cuatro hijos, tres mujeres y un varón.
Y Elvira es una madre de catálogo, nunca necesitó trabajar para mantener un hogar, siempre tuvo todo al alcance, así que su tiempo lo dedicó a cuidar a sus hijos y a chismear con sus amigas ya sea en el spa, en el gym o de compras.
También tengo tres hermanos menores, “felizmente casados”, uno recientemente divorciado que anda de un lugar a otro. Somos cinco, todos, excepto Elvira se encuentran aquí en los EEUU.
-  Feliz cumpleaños hija – escucho la voz delgada de mi madre que ya está bien entrada en años.
-   Gracias mamá, pensé que se te había olvidado.
-  Nunca me olvido cuando nacieron mis hijos. También sé cuando se casaron y les envío flores por su aniversario, pero en tu caso sólo es para saludarte – empieza a calentar la artillería.
-  ¿Otra vez mamá con lo mismo?
-  Es que hija hoy cumples cuarenta años y sigues soltera. Todos tus hermanos excepto Alfonso que por cierto ya le salió su divorcio están felizmente casados y rodeados de sus hijos; pero tú, mi hija sigues soltera. A veces pienso que algo hice mal contigo. Nunca fui una madre protectora, dejé que ustedes tuvieran libertad de escoger las parejas que quisieran, fue siempre el deseo de tu padre que en paz descanse, ¿pero qué pasó contigo?
-  Nada, que se me fue el tren mamá y punto. Que no llega ese hombre que busco para casarme – trato de guardar la calma.
-  Tu hermana también te envía saludos. Se fue a un evento social de la escuela juntos a sus hijos.
-  Sí, me imagino, espero salga bien en la foto para la página sociales de los diarios.
-  No hables mal de tu hermana, tú sabes que ella siempre se ha preocupado por ti.
-  Lo sé; pero eso no significa que cada vez que conozca a un hombre le tenga que hablar de mí y le de mi número.
- Es que lo hace por tu bien. Todos nos preocupamos por ti. En nuestra familia nunca hubo alguien que se quedara….
-  ¿Solterona mamá? ¿Eso era lo qué querías decir? – sonrío irónicamente.
-  Hija, tus hermanos se casaron antes de los veintiséis, Mariana, tu sobrina mayor ya le sigue los pasos, lleva tres años de relación. Es toda una doctora y apenas tiene veintitrés años, y tu sobrino menor de quince años se va por su segunda relación.
El bla, bla, bla de mi madre es repetitivo cada vez que me llama, ya me sé de memoria sus palabras, sus comparaciones, finjo escucharla, prometo buscar al hombre de mis sueños, ella finge estar calmada, me desea lo mejor y cuelga, no sin antes decirme que me quiere mucho y que no se irá a la tumba sin antes verme comprometida. Antes me causaba gracia esa promesa, pero ahora como veo mi situación, no quiero ser cruel, pero espero siga fuerte como para verme como ella quiere.
Tengo diez sobrinos (seis mujeres y cuatro hombres) y cada vez que nos reunimos para navidad o evento familiar, tenerlos a todos juntos es muy agradable, y claro, a ellos les encanta verme.
-  Es que tía como tú no tienes hijos siempre nos haces buenos regalos – me dijo una vez Lisette, mi sobrinita de seis años. Su voz sonó tan sincera e inocente que mis hermanos no supieron si reírse o callarla. Todos hicimos como si no la hubiéramos escuchado.
En otra oportunidad, mi sobrina mayor cuando apenas era una adolescente y que ahora está a punto de casarse, se me acercó para preguntarme sobre el tema tabú que todo padre evita platicar con sus hijos.
-  Es que como sigues soltera me imagino que practicas el sexo más que mis padres y bueno quisiera hacerte algunas preguntas.
-   Creo que te equivocas,  por algo sigo soltera.
-  Tía no soy tonta, cada vez que te veía siempre traías un nuevo amigo y no es novedad que a estas alturas es con los ‘supuestos amigos’ con los que disfrutas más el sexo.
-   Eso me dice que ya no eres virgen.
-  Eso lo siguen creyendo mis padres, mis tíos y mi abuela, pero contigo no puedo. Tú eres la única persona con la que puedo ser yo y no fingir que soy una niña buena.
“Señor llévame santa y confesada”. El punto es que esa noche y los siguientes días que mi sobrina estuvo de visita en mi departamento respondí hasta las preguntas más pecaminosas y si hubo alguna duda traje a David, mi mejor amigo para que le diera ciertos consejitos sobre cómo tratar a los hombres. Claro que primero él tuvo cierto recelo al igual que mi sobrina, pero cuando ella se percató que era gay prestó mayor atención.
Ahora Mariana estaba a punto de sentir esas maripositas en el estómago como cuando se está enamorada; pero en este caso será por los nervios y la emoción de saber que pronto irá al altar con el hombre que ama y jurará amarlo hasta que la muerte o hasta que la otra los separe.
En mi caso no existe la otra, tampoco novio a quien decirle: sí acepto, o esa media naranja que dicen que una busca para ser feliz. A diferencia de las demás yo necesito toda una frutería y ver que encuentro porque a mi edad como muchas dicen ya no estoy para escoger sino para ver que encuentro o quien se fija en mí. Pero yo les demostraré que están equivocadas, que a mi edad todavía me puedo dar el lujo de escoger y escogeré lo mejor.

2 comentarios:

  1. Así es la familia, pero es por amor ...

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  2. la vida es un gran camino que recorer,,,sola o acompañada la cuestion es disfrutarlo mucho..besos

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